Fijarse
en los emplazamientos que la arqueología señala como poblados
fortificados pre-romanos da una perspectiva diferente de Cantabria. Empiezas a interesarte en el asunto y al moverte por estas tierras
pasas a identificar cumbres y elevaciones particulares, o promontorios costeros, puntos conectados
visualmente entre sí, que fueron escogidos en la edad del hierro
para dar asiento a las "ciudades" fortificadas de los
cántabros. Imaginas un territorio virgen, asalvajado, con ríos no
encauzados y fieras, y arriba, protegidos tras fosos, estacadas y murallas,
estos pobladores a menudo descritos como "bárbaros",
aunque en verdad eran gentes adaptadas a su medio físico, aferrados
a sus ritos y tradiciones, que manejaban la tecnología de la época.
También empiezas a identificar las lomas, mesetas y estribaciones en
que Roma plantó sus castellums y campamentos.
Un ejemplo es el llamado Cincho (al parecer antes recibe el nombre de "Hano"), monte situado entre las poblaciones de Arnuero y Soano, desde cuyas alturas se controla un sector de la costa oriental cántabra. Prospecciones y fotos aéreas antiguas vienen a confirmar en los últimos años la existencia de derrumbes de muralla que encierran la superficie plana en la que se remata el Cincho, la cual queda también protegida por cantiles naturales. Del latín "cinctum", el término Cincho es habitual en Cantabria para designar cercados de piedra situados en altura. Sorprende que entre poblaciones tan turísticas (Noja, Arnuero) ni se nombre su existencia, de momento es interesante contar con el dato: cuando vuelvas al entorno del Cincho, o lo conozcas por primera vez, seguro que tu perspectiva del lugar se amplia y el pasado se cuela por un instante.
Un ejemplo es el llamado Cincho (al parecer antes recibe el nombre de "Hano"), monte situado entre las poblaciones de Arnuero y Soano, desde cuyas alturas se controla un sector de la costa oriental cántabra. Prospecciones y fotos aéreas antiguas vienen a confirmar en los últimos años la existencia de derrumbes de muralla que encierran la superficie plana en la que se remata el Cincho, la cual queda también protegida por cantiles naturales. Del latín "cinctum", el término Cincho es habitual en Cantabria para designar cercados de piedra situados en altura. Sorprende que entre poblaciones tan turísticas (Noja, Arnuero) ni se nombre su existencia, de momento es interesante contar con el dato: cuando vuelvas al entorno del Cincho, o lo conozcas por primera vez, seguro que tu perspectiva del lugar se amplia y el pasado se cuela por un instante.
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