La mención al "dolmen" de Abra y la que Madoz hace en su diccionario acerca del "mojón de Guriezo" (hoy identificado como menhir: el Ilso de Anguía) fueron las únicas noticias que deparó el desconocido megalitismo cántabro en todo el siglo XIX.
El "monumento" pasó a ser la bandera del megalitismo cántabro durante décadas y cita recurrente en los estudios que sobre megalitismo cántabro van realizándose a lo largo del siglo XX, también en estudios más generalistas sobre la cornisa cantábrica. Lo curioso del asunto es que la mano del hombre no intervino en su "construcción". Es obra de la naturaleza. Hacia 1986 el investigador A.Ocejo fija por primera vez el carácter natural de esta formación.
(documentación El megalitismo en Cantabria: aproximación a una realidad arqueológica olvidada, Luis César Teira Mayolini, Universidad de Cantabria, 1994).
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