Hace unos días me encontraba subiendo una larga y pindia pista que debía llevarme a una braña plagada de vestigios arqueológicos. El camino era más duro de lo que había imaginado. A ese paso no iba a llegar a lo alto hasta el mediodía, con lo cual la luz sería mucho peor para hacer una pequeña sesión de fotos.
Escucho el motor de un coche y en un minuto el problema está solucionado y me veo subido a un todoterreno. El conductor es Ovidio, un hombre de unos 55 años, llano y bonachón. Se dirige a las mismas campas con un objetivo bien diferente al mío: cuidar su ganado.
"La vida aquí es para los que hemos nacido aquí", comenta Ovidio recordando que las condiciones del valle en el que ha vivido todos sus años son muy diferentes a las que el forastero se ha encontrado este día veraniego.
Ovidio se interesa por mi ruta..."Voy a ver los menhires...". El hombre los ha estado viendo allí tirados durante décadas. "También hay allí unas piedras amontonadas...", me dice. "Sí, hay círculos de piedra y túmulos". Está claro que Ovidio no es aficionado a la arqueología, pero no le ha pasado desapercibido que esos "amontonamientos" de tierra y piedra no los ha hecho la naturaleza. Me explica que los amontonamientos son un misterio para él, seguramente buscando alguna respuesta. En su modo de ver las cosas, han de deberse a antiguas cabañas. ¿Qué podrían ser si no? Esa interpretación ha sido suficiente durante toda su vida para explicar estos elementos de su paisaje cotidiano.
Le explico que esos "amontonamientos" y círculos de piedras fueron levantados hace unos 5000 años. Y que algunos de ellos eran tumbas. Al escuchar la palabra "tumbas" Ovidio abre mucho los ojos y niega con la cabeza.
-¿Los "corralucos"? ¡Qué van a ser tumbas!
Antes de que piense que ha subido a un loco a su todoterreno le explico más o menos lo siguiente (que es lo poco que yo sé sobre los "corralucos" de Ovidio)...
-Lo mismo que hoy hace usted, llevar en verano a su ganado a estas campas, lo hacían estos hombres hace 5000 años. Tenían otras creencias y celebraban rituales alrededor de estos círculos y menhires. Los amontonamientos eran tumbas, ¿No se ha fijado usted en las láminas de roca que están hincadas? Pues las hincaban para hacer una cista, una pequeña cámara en la que depositaban los restos humanos y el ajuar funerario. Luego lo cubrían con capas de tierra y piedra. Después de tantos años aparecen como montones más o menos circulares...
El buen hombre pareció repentinamente convencido, como si algo hubiese encajado en su cabeza. Yo me quedé pensando en la palabra "corralucos" y fascinado con las caras de Ovidio, cercanas a las que pondría un niño que acaba de descubrir algo. Los "corralucos" son...¡Tumbas de miles de años!
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