La
torre del Pontón y otras dos más fueron construidas en el siglo XIV
para controlar el paso entre la comarca lebaniega y el Valle de
Peñarrubia y la cuenca del Nansa, por Lamasón. La estratégica
ubicación conllevó la edificación de hasta tres torres en Linares,
las otras dos hoy en día perdidas.
Perteneció al señor de Linares, quien acrecentó su poder en el Valle de Peñarrubia y lo mantuvo por siglos. Sus descendientes habitan la torre hasta el siglo XVIII.
Cuenta con planta cuadrada de 9 metros de lado, 14 metros de altura y un interior distribuído en cuatro alturas. Originalmente la primera planta se dedicaba al establo, granero la segunda, planta noble y habitación del señor la tercera. La cuarta planta es la zona defensiva de las almenas. Los muros de mampostería cuentan con un grosor de 80 cms y están rematados por sillerías areniscas en los esquinales. Es uno de los monumentos medievales más relevantes de la Cantabria occidental, símbolo del feudalismo de la época y de la importancia estratégica e histórica que esta zona septentrional de la Cordillera Cantábrica tuvo en toda la Edad Media.
Su tipología responde al esquema arquitectónico de otras torres defensivas de Cantabria. Era apta para un modo de combate con escasos efectivos humanos, armados con picas, ballestas, dardos y espadas, asedios de poca entidad, guerras de escaramuzas y asaltos sorpresivos. Las esquinas de esta atalaya defensiva se orientan a los puntos cardinales. Presenta un acceso en la fachada sureste en forma de arco apuntado, también aspilleras y troneras que permiten disparar desde su interior. Su estado de conservación es excelente tras la rehabilitación en años recientes.
Perteneció al señor de Linares, quien acrecentó su poder en el Valle de Peñarrubia y lo mantuvo por siglos. Sus descendientes habitan la torre hasta el siglo XVIII.
Cuenta con planta cuadrada de 9 metros de lado, 14 metros de altura y un interior distribuído en cuatro alturas. Originalmente la primera planta se dedicaba al establo, granero la segunda, planta noble y habitación del señor la tercera. La cuarta planta es la zona defensiva de las almenas. Los muros de mampostería cuentan con un grosor de 80 cms y están rematados por sillerías areniscas en los esquinales. Es uno de los monumentos medievales más relevantes de la Cantabria occidental, símbolo del feudalismo de la época y de la importancia estratégica e histórica que esta zona septentrional de la Cordillera Cantábrica tuvo en toda la Edad Media.
Su tipología responde al esquema arquitectónico de otras torres defensivas de Cantabria. Era apta para un modo de combate con escasos efectivos humanos, armados con picas, ballestas, dardos y espadas, asedios de poca entidad, guerras de escaramuzas y asaltos sorpresivos. Las esquinas de esta atalaya defensiva se orientan a los puntos cardinales. Presenta un acceso en la fachada sureste en forma de arco apuntado, también aspilleras y troneras que permiten disparar desde su interior. Su estado de conservación es excelente tras la rehabilitación en años recientes.
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