Esta
piedra hincada de 4,85 metros de altura (3,85 visibles) se halla
emplazada en el paraje de Los Olmos, en la población de Las
Quintanillas. Fue labrada en arenisca y llevada a un altozano de roca
caliza. Su peso estimado es de 5 toneladas.
El impresionante Cabezudo es uno de los al menos 8 menhires que conforman el conjunto de menhires de Valdeolea. Se encuentran alineados prácticamente en línea recta con orientación sudeste-noroeste, casi en paralelo a la derrota solar durante el solsticio de verano. Son misteriosas piedras labradas, transportadas e hincadas por las primeras comunidades agrícolas asentadas en Valdeolea al final del neolítico. El Cabezudo y los demás menhires del conjunto se relacionan con diversas cámaras funerarias del mismo periodo localizadas en la zona; probablemente responden a la práctica de cultos solares, sin descartarse que pudieran servir como delimitación de los terrenos de las distintas comunidades.
El menhir presenta grabados incisos realizados con instrumentos metálicos. Es muy visible una cruz de época medieval que responde a la necesidad de "cristianizar" este extraño vestigio que testifica un culto milenario. La cruz de El Cabezudo se asocia también a acuerdos de división de tierras entre las juntas vecinales, los cuales quedaban sellados con una inscripción sobre el menhir.
Se da la circunstancia de que El Cabezudo llegó al siglo XXI partido en dos mitades y vencido. La labor de defensores del patrimonio histórico de Valdeolea permitió la recuperación del que a día de hoy es el menhir más alto del norte de España.
La llamada ruta de los menhires de Valdeolea nos enfrenta al misterio de estas piedras hincadas y es la mayor concentración de evidencias megalíticas de esta clase conocida en el norte peninsular. Cantabria alberga un centenar largo de vestigios megalíticos, menhires, túmulos, dólmenes.
El impresionante Cabezudo es uno de los al menos 8 menhires que conforman el conjunto de menhires de Valdeolea. Se encuentran alineados prácticamente en línea recta con orientación sudeste-noroeste, casi en paralelo a la derrota solar durante el solsticio de verano. Son misteriosas piedras labradas, transportadas e hincadas por las primeras comunidades agrícolas asentadas en Valdeolea al final del neolítico. El Cabezudo y los demás menhires del conjunto se relacionan con diversas cámaras funerarias del mismo periodo localizadas en la zona; probablemente responden a la práctica de cultos solares, sin descartarse que pudieran servir como delimitación de los terrenos de las distintas comunidades.
El menhir presenta grabados incisos realizados con instrumentos metálicos. Es muy visible una cruz de época medieval que responde a la necesidad de "cristianizar" este extraño vestigio que testifica un culto milenario. La cruz de El Cabezudo se asocia también a acuerdos de división de tierras entre las juntas vecinales, los cuales quedaban sellados con una inscripción sobre el menhir.
Se da la circunstancia de que El Cabezudo llegó al siglo XXI partido en dos mitades y vencido. La labor de defensores del patrimonio histórico de Valdeolea permitió la recuperación del que a día de hoy es el menhir más alto del norte de España.
La llamada ruta de los menhires de Valdeolea nos enfrenta al misterio de estas piedras hincadas y es la mayor concentración de evidencias megalíticas de esta clase conocida en el norte peninsular. Cantabria alberga un centenar largo de vestigios megalíticos, menhires, túmulos, dólmenes.
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