autor : López Campillo 6 jun 2013

Ocupa buena parte de la Peña de Sámano, 10 hectáreas de terreno que quedaba protegido bien por extensas murallas en los puntos más vulnerables, bien por los vertiginosos cortes naturales de la peña. 
En lo alto han podido distinguirse vestigios de una cierta organización urbana, con edificaciones de planta ovalada o rectangular con ángulos redondeados. El centro de esta "ciudad" se sitúa alrededor de la Cueva de Ziguste, todo ello en una depresión natural del terreno que debía facilitar las condiciones de vida.
Los arqueólogos han rescatado puntas de lanza, dardos, un hacha, una fíbula (algo así como un imperdible para la ropa), cerámicas a mano y a torno, y una fusayola (elemento para las labores textiles domésticas). La decoración de la fusayola recuerda los motivos lunares de las estelas de los vecinos cántabros. Era el pueblo de los autrigones, al parecer asentado al este del río Agüera, el que levantó y habitó el castro.
El control visual se extiende sobre los valles de Sámano y Tabernillas. Hacia el norte se aprecian con claridad los promontorios de Cotolino y El Cueto, hoy en el área urbana de Castro-Urdiales, emplazamientos señalados por los investigadores como posibles castros. El peñasco queda flanqueado al sur por un riachuelo, muy cerca, al oeste, pasa el río Mioño.
Pudo tener una existencia continuada de unos 800 años, llegando a extenderse en los primeros tiempos de la romanización.

Imagen: la Peña de Sámano. Las defensas son muy visibles incluso desde la distancia. Señalo el acceso norte al castro, la llamada Puerta de la Sangaza. Por desgracia hay que concluir el artículo haciendo mención a la cantera. La naturaleza, la cultura y la historia de Cantabria pierden en la Peña de Sámano la batalla.








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cachos de historia que sin duda merecen ser conocidos, valorados y preservados.

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