autor : López Campillo 2 jul 2013

En 1857 el erudito campurriano Ángel de los Ríos publica la primera noticia sobre el Dolmen del Abra, en la  Sierra de Brañosera, Campoo de Yuso. En sus palabras, se trataba de un "monumento céltico", una "piedra en forma de gran cubo o sillar cuadrilongo, puesto de esquina sobre cuatro o cinco piedras aplicadas a uno y otro costado, pero de modo que la superior se halla suspendida sobre ellas y no toca por ninguna parte con la gran mesa inferior (...). La piedra superior tiene 22 pies de largo, 10 de alto y 25 de circunferencia (...). Basta enunciar estas dimensiones para conocer que su peso debe graduarse por miles de arrobas". 

La mención al "dolmen" de Abra y la que Madoz hace en su diccionario acerca del "mojón de Guriezo" (hoy identificado como menhir: el Ilso de Anguía) fueron las únicas noticias que deparó el desconocido megalitismo cántabro en todo el siglo XIX. 
El "monumento" pasó a ser la bandera del megalitismo cántabro durante décadas y cita recurrente en los estudios que sobre megalitismo cántabro van realizándose a lo largo del siglo XX, también en estudios más generalistas sobre la cornisa cantábrica. Lo curioso del asunto es que la mano del hombre no intervino en su "construcción". Es obra de la naturaleza. Hacia 1986 el investigador A.Ocejo fija por primera vez el carácter natural de esta formación.

(documentación El megalitismo en Cantabria: aproximación a una realidad arqueológica olvidada, Luis César Teira Mayolini, Universidad de Cantabria, 1994).


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Espacio para la divulgación del patrimonio histórico cántabro. Funciona a modo de inventario de "hitos con historia" esparcidos por los valles, montañas y pueblos de la región, entre la prehistoria y la guerra civil: cuevas y abrigos prehistóricos, grabados post-paleolíticos, menhires y túmulos megalíticos, poblados castreños, estelas, campamentos romanos, necrópolis, ermitas rupestres, iglesias, retablos, torres medievales, fortalezas, casonas solariegas, escudos, batanes, ferrerías, molinos de marea y río, hórreos, faros, trincheras, nidos de ametralladora...
cachos de historia que sin duda merecen ser conocidos, valorados y preservados.

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